Categoría: Fotografía
Afterglow
El cuerpo tembloroso, erizado. Humedad desbordada entre las piernas. Una agitación en el pecho, en los párpados, los últimos estertores de un oleaje indescriptible. La cercanía de otro cuerpo en un abrazo delicioso, un murmullo de palabras enredadas en labios trémulos. La huella física del intangible placer.
Luz en una forma sutil y particular.
(Unas pocas líneas acerca del afterglow, esa maravillosa palabra que denota el resplandor posterior al orgasmo, y que no tiene traducción al español).
Foto: laclaux
Alejandra
A un poema acerca del agua, de Silvina Ocampo*
A Silvina y a la condesa de Trípoli
que emana toda la noche profecíasO. Paz
Tu modo de silenciarte en el poema.
Me abrís como una flor
(sin duda una flor pobre, lamentable)
que ya no esperaba la terrible delicadeza
de la primavera. Me abrís, me abro,
me vuelvo de agua en tu poema de agua
que emana toda la noche profecías*Hojita mecanografiada y corregida por AP, sin fecha.
Alejandra Pizarnik, Poesía completa, Poemas no recogidos en libros, 1962-1972
(Alejandra es mi poetisa favorita de todos los tiempos. Una mujer extremadamente obsesiva y preciosista en el uso de las palabras, dueña de un universo torturado, bello, desolado, triste. Sus textos me calan profundo; deseo que cualquiera pueda sentir el estremecimiento y la identificación que me provocan sus poemas y prosas).
Foto: laclaux
Alba
#amolapaloma
1#
Acerca de la recolección de caracoles
Dícese de una actividad meramente marítima sin finalidad conocida más que acompañar el paso de las horas en una tarea que requiere un considerable esfuerzo de concentración, vista aguzada y cierto sentido estético.
Fundamentalmente practicada por niños y personas de mediana y avanzada edad, suele convocar un nutrido número de adeptos en localidades costeras, cargando en algunas ocasiones de elementos de depósito tales como bolsas, baldes, canastas o, en su defecto, bolsillos, pañuelos y/o gorros- aunque cualquier elemento que pueda albergar lo colectado es aceptable para tal fin.
Japón
¿Estás satisfecho con tu vida?
¿Perdonaste a tus padres por sus errores?
¿Conocés bien a tus hermanos?
¿Tenés amigos verdaderos?
¿Hiciste al menos una locura inesperada alguna vez?
¿Te rompieron el corazón?
¿Nadaste desnudo en el mar?
¿Pasaste un finde entero en la cama con alguien que te enloqueciera?
¿Experimentaste con sustancias?
¿Tomaste decisiones equivocadas?
¿Viajaste lo suficiente?
¿Te enamoraste?
¿Visitaste ese lugar que siempre quisiste conocer?
¿Dijiste que no a tiempo?
¿Te tiraste de cabeza a algo sin pensar en lo que venía después?
¿Le dijiste a alguien todo lo que tenías que decirle para estar en paz?
¿Aprendiste a decir «te quiero»?
¿Te sentiste realmente libre?
¿Corriste riesgos?
¿Te divertiste?
¿Bailaste alguna vez hasta el cansancio?
¿Lloraste de alegría?
¿Tuviste un orgasmo?
¿Alguna vez te sentiste realmente vivo?
(Y si este fuera el último fin de semana de mi vida, ¿qué respondería a cada una de esas preguntas? ¿Con quién elegiría pasar esas últimas 48 horas? ¿Podría afirmar que le hice los honores a mi paso por este mundo? ¿Dejé una huella en alguien? ¿Fui todo lo que queria ser?)
(¿Y vos?)
Foto: laclaux
#CS vol2
Parecía un cuadro costumbrista el furgón del ex Sarmiento esa mañana de un domingo caluroso. Pequeñas escenas de la vida suburbana, postales de viajeros más o menos habituales disfrutando del relax del fin de semana, aprovechando el día desde temprano, convirtiendo de esa forma al vagón en una extensión de su casa, un ambiente más equiparable al living o a la cocina, pero sobre rieles. Un grupo familiar de casi ocho personas está cómodamente instalado en esas jorobas que le nacen a los furgones a los costados de las puertas, y que ofician de única superficie en relieve plausible de ser convertido en asiento. Un par de mujeres que rozan los cincuenta, un caballero con gorro con visera blanco sobre las canas, un bebé que duerme en el carrito, un niñito de tres o cuatro años que se divierte con el vaivén y con el peligro inminente de rodar furgón abajo, tres adolescentes cada uno estacionado en una ventana, que miran hacia afuera sin decir una palabra, como en trance hipnótico. El grupo entero toma mate. El mate va y viene de mano en mano junto a una conversación sostenida a media voz, incluso aunque están sentados unos y otros en ambas paredes del vagón. Están rodeados de bultos, como si fueran a pasar el día entero al aire libre. Pienso que Berni bien podría haber parido un cuadro a partir de ellos.
Pudor
Supongamos que el 80% de la población mundial tiene sexo de manera más o menos habitual. Supongamos (y esperemos) que el 75% de esa porción lo haga de forma más o menos satisfactoria. Incluso aunque la fuente de esas estadísticas sea una caprichosa estimación, sí podemos afirmar sin temor a equivocarnos: mucha, pero mucha gente tiene sexo con asiduidad.
Tamaña cotidianidad con el hecho coitico no sirve, aparentemente, para acabar con algunos pudores históricos. Y lo comprobé este helado lunes, dia de la insignia patria, en la visita a Eros & Order, la exhibición del fotografo estadounidense Robert Mapplethorpe que hasta el 2 de agosto se puede ver en el MALBA.