#Santiago
Santiago de Chile es fresca, ágil, luminosa. Hay días de un sol prístino que ilumina la Cordillera inmensa, y sus nieves eternas resplandecen y se tornan plateadas o de un color rosa pastel según el humor del atardecer. La luna llena besa los bordes de las montañas y el cuadro es hipnótico, como un fondo de pantalla en un monitor HD. Hay otros días en los que un cielo gris plomo desdibuja las cimas a lo lejos; una bruma pálida sumerge a la ciudad en la fantasmagoría y se adivinan distantes las formas ondulantes de los cerros que la custodian.