La banda de sonido de mi vida vol1

No concibo la vida sin música. Creo que ser afectado emocionalmente por una canción es una de las más logradas expresiones de humanidad. Otra persona a la que no conocés le puso ritmo y letra a un estado de ánimo, a un momento, a un recuerdo, a una época, a una relación. No puedo vivir sin música y mi memoria emocional se construye con canciones y bandas, atadas por un hilo conductor con lógica propia que ni yo sabría explicar.

Hace unos días me visitó una idea, nada original pero valiosa en su utilidad de documentar esas canciones que son la banda de sonido de mi vida: armé una playlist en Sportify a la que llamé «laclaux OST» porque aunque no lo sabía, ese listado siempre estuvo ahí y estoy segura de que cada uno de ustedes ha ido construyendo su propio original soundtrack a lo largo de la vida, con bandas y artistas de aquí, de allá, de todas partes; de ahora y de siempre.

 

 

La segunda cosa que más amo luego de escuchar música es compartir música, ser el vehículo para que alguien descubra una banda que no conocía y la adopte con gozo como tantas veces otras personas han sido vehículos de descubrimiento para mí. Comparto así la primera selección de 10 temas (*), contando una breve historia de por qué cada uno forma parte de la OST de mi vida, con la esperanza de tener la suficiente continuidad para hacer de esto un ejercicio asiduo (no soy una bloggera dedicada, ustedes saben) y contagiar tanto como sea posible el amor por estos artistas que me han iluminado en la felicidad de ciertos momentos, o fueron mi compañía en oscuros pasajes de un pasado que no siempre fue mejor que hoy. ¡Que disfruten!

#41 Freedom! ’90, George Michael. Ritmo contagioso, Michael punto caramelo, todas las supermodelos de los #90s juntas para el videoclip: un combo explosivo al que se suma una declaración de independencia. Michael sale del closet y lo hace con una canción pegadiza que siempre me da ganas de cantar a los gritos, una letra lo suficientemente explícita para entender su gusto por los muchachos y un videoclip icónico de la época. Gran canción para empezar un lunes.

#18 Praise you, Fat Boy Slim. Siempre digo que soy una chica de los #90s y entonces gran parte de mi memoria emocional sobre muchas canciones está directamente ligada a MTV (cuando era un canal de música). Spike Jonze fue el responsable del que tal vez sea uno de los primeros flashmobs de la historia con un grupo bizarro bailando desquiciado en la puerta de un cine para el total asombro de los transeúntes. La canción y su base electrónica y funkeada es irresistible en cualquier pista de baile y, si tenés sangre de bailarín/a en la venas, vas a alabarla debidamente con toda seguridad.

#38 My generation, The Who. En tiempos de impostura rocker, de figuritas creadas por cerebros de marketing y vacío absoluto de real significado, volver a la bases y escuchar a ese selecto grupo de bandas que lo inventaron todo es un ejercicio que todo amante de la buena música debería hacer cada tanto. No te gastes, Justin, en vomitar en escena: Keith Moon tuvo una sobredosis en vivo mientas Pete «Molinete de Brazos» Townshend, Roger Daltrey y John Entwistle hacían pelota cuanto instrumento había en escena. Y encima dejaron para la posteridad, entre muchas maravillas (desde la fuerza electrorocker sureña de Baba O’Riley hasta un milestone inigualable como Quadrophenia), esta oda a la brecha generacional: I hope I die before I get old, cantaban, y al menos Keith y John cumplieron con la consigna.

#4 The last high, The Dandy Warhols. En 2004, el cineasta inglés Michael Wintterbottom se despachaba con una intensa historia de amor y sexo llamada 9 Songs, en la que básicamente una pareja en formación va de la cama a conciertos y de conciertos a la cama. ¿El resultado? Una peli hot que incluye sexo real entre los actores al mejor estilo Los idiotas (hijo dilecto del Dogma 95) y escenas de las bandas tocando en vivo que incluyen a TDW pero también a Elbow, Franz Ferdinand, Black Rebel Motorcycle Club y varios más. De la banda de sonido de la hostia siempre mi preferido fue este tema melanco sobre las tribulaciones de ser un rockstar en busca de amor (?). 

#36 River of deceit, Mad Season. Por educación y no por convicción, la culpa y la autopercepción severa y hasta cruel de mi persona ha sido una de mis batallas personales a los largo de mi vida, especialmente duramente mis turbulentos 20s. Alguien una vez me dijo que ser feliz es una decisión y no fue sino hasta muchos años después que puede entender que esa persona tenía razón. Para cuando esta canción fue lanzada en 1995, yo era una adolescente grunge que realmente adolecía el proceso de crecer y todas sus vicisitudes. Y la primera vez que escuché esta canción y entendí su letra, sentí que Layne Staley y ese supergrupo grunge que fue Mad Season me hablaban de una manera íntima y perfecta sobre mi vida y me explicaban que finalmente yo iba a ser mi propia salvación de ese mundo interior turbulento y complejo en el que viví durante muchos años. Hoy escucho esta canción con nostalgia y satisfacción por haber abrazado la felicidad. Y, por sobre todas las cosas, amo cantarla en voz alta cuando algún demonio me visita, como una forma mágica de exorcismo.

#28 Informer, Snow. Corre 1993 y para mi cumpleaños número 15 mi padre me da el regalo que habría de cambiar mi vida para siempre: como nunca quise la tradicional fiesta, el vestido y la pompa absurda, me ofrece un mes de visita a mis tíos que viven en París. Estoy segura que incluso hoy mis padres no tienen una idea acabada de lo que ese viaje significó para mi: yo era una niña de Morón que ni siquiera viajaba sola a Capital Federal, que sólo había tomado un avión a Chile un par de veces y que no imaginaba ni por asomo qué era esa cosa llamada Primer Mundo. Así que ahí estaba yo, sola en un avión enorme rumbo a París, con un walkman Sony viejísimo que hacía sonar una y otra vez un mix-tape que, por motivos que ya no recuerdo, incluía este tema que es una total anomalía en mi OST dado que el rap es un ritmo que básicamente no soporto escuchar. Hoy esta canción me transporta de forma automática a mis tardes de paseo por París con mi prima dos años mayor que yo y su banda de amigos, la embriagante sensación de libertad, las escapadas nocturnas, el primer contacto con algo parecido al sexo, la primera calada a un cigarrillo de hachís, la inmersión en el arte en el Louvre y en el Musée d’Orsay y tanto otros, y esa sensación maravillosa de descubrir que la vida era mucho, mucho más de lo que yo siquiera me había imaginado en mi pequeño feudo de zona oeste.

#31 1979, The Smashing Pumpkins. De nuevo los #90s y toda su carga emocional y de vivencias; cuando TSP lanza este tema en 1996, yo ya había salido de la escuela y este tema, con su letra y su fantástico video era como el epílogo perfecto de lo que fueron mis cinco años de secundaria. Amigos, tardes erráticas dando vueltas por la ciudad, pequeñas dosis de vandalismo, noches de diversión eterna, un primer ensayo del amor, un total desentendimiento del mundo de los adultos y esa sensación de que íbamos a ser jóvenes y a vivir así para siempre. En definitiva, una oda a esa parte de la vida por completo definitiva para la mujer que soy hoy.

#8 After Hours, The Velvet Underground. Mi acercamiento a muchas de las bandas clásicas del rock ocurrió durante mis ávidos 20s, una década de mi vida de profunda búsqueda personal y estética, en que consumí música y cine con una voracidad y un volumen que dudo vuelva a repetir en otro momento. TVU era uno de mis grandes pendientes; apenas conocía algunas canciones de Lou Reed solista y me llamaba extraordinariamente la atención esta banda tan ligada a uno de mis máximos ídolos artísticos, Andy Warhol. Así que empecé con el disco homónimo, sin solución de continuidad alguna con su discografía, y aún recuerdo el gozo y la imposibilidad de dejar de escuchar una y otra vez el último track del disco, que en la voz de la baterista Maureen Tucker era la descripción perfecta de esa sensación que muchas veces me visitaba por esos días: All the people are dancing / and they’re having such fun / I wish it could happen to me. Hoy amo cantarla a capella, y forma parte de mi amplio repertorio duchístico.

#9 Love buzz, Shocking Blue. Durante muchos años de los 2000, el piso 20 de la calle Corrientes, vivienda de mi buena amiga Luz, fue mi refugio y centro de operaciones para largas noches de escucha de discos, girlie talk y excesos. Luz, bailarina y nacida en el seno de una familia de músicos (mamá pianista, papá flautista, hermanito violinista, hermana Dj), me mostró varias bandas y artistas ya tienen un lugar imborrable en esta lista. Shocking blue, una banda holandesa de rock de los 60s, fue una de ellas; y no por su megahit Venus (que ni siquiera sabía que era de ellos), sino por esta canción que había sido versionada y llevada al extremo del grunge por una de mis bandas favoritas de todos los tiempos, Nirvana, en su primer disco Bleach. Escuchar la versión original fue amarla de inmediato, no sólo por el ritmo con reminiscencias arábigas y ese bajo omniprescente, sino en especial por la voz profunda, aterciopelada y sentida de Mariska Veres, una diosa absoluta y talentosa que le canta a su amor de una manera desesperada y suplicante que me hubiera encantado imitar en algunos momentos de mi vida.

#32 Let Forever Be, Chemical Brothers feat. Noel Gallagher. 1999 fue el año en el que definitivamente la más electrónica de las bandas de rock inglesas ganó mi atención. La primera vez que escuché esta canción alguien me la había presentado como «la continuación de Tomorrow Never Knows» (uno de mis top ten temas favoritos de los Beatles) y yo me senté delante de la tele hasta que MTV escupió ese video hipnótico y lisérgico signé Michel Gondry, y todo fue amor y deslumbramiento. El sample de la batería de Tomorrow Never Knows más los arreglos que suenan como una versión moderna de los pájaros del tema original, y que tantas burlas despertaron durante el lanzamiento de Revolver, hacen un mix perfecto y plasman un tema poderoso que me provoca ganas instantáneas de bailar. Que el más beatle de los músicos ingleses modernos haya co-escrito y cantado el tema le agrega una dosis extra de gusto. Cinco años después, bajo una lluvia torrencial en el estacionamiento de Pachá, TCB capeaban el temporal, daban un show épico que se grabó para siempre en mi memoria y en mi corazón con un set a puros hits y la mezcla de los lásers verdes y las gotas de agua cayendo sobre nosotros como las letras de Matrix (hija de ese mismo año). Porque quién dijo que la buena música electrónica no puede ser también una forma de rock.

<Continuará>

(*) Sobre el método de selección de los 10 temas para cada post: pongo la playlist en random y los 10 primeros que suenen vienen a parar al post 😉 

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