#entrevistas vol1
Solano López, el otro viajero del tiempo
Le puso los trazos inmortales a El Eternauta allá hace medio siglo atrás. Hoy todavía quiere terminar de entender el fenómeno provocado por la criatura que dio a luz junto a Héctor Oesterheld. En su casa de Almagro, recuerda con lucidez esos tiempos en los que, reconoce, todavía era un aprendiz.
A 50 años de la primera edición de la que tal vez sea su obra cumbre, parece un tanto perplejo ante la perspectiva de que las generaciones hijas del cine e Internet puedan sentir fascinación por “unos dibujitos hechos por un principiante”, como elige describir a la historia de Juan Salvo y sus compañeros de lucha. Con 79 años, Francisco Solano López, dibujante del Eternauta y de una extensa galería de personajes célebres en Argentina y en el mundo, es un testigo privilegiado de la trascendencia de ese capítulo de su obra. “Ya no soy yo el que decide, sino que es El Eternauta el que me impone ciertas condiciones de algo que hay que hacer, y de seguirle la corriente a él y a los lectores”.
Solano López vive rodeado de su trabajo, y la iconografía relacionada con el célebre viajero del tiempo se multiplica por doquier en el living de su departamento. A la vista de su carrera, resulta gracioso escucharlo relatar cómo su madre se oponía férreamente a su vocación de dibujante, y cómo, alrededor de los 20 años, tomó la decisión de jugarse por lo que él ya sabía que era su destino: “Abandoné la facultad en donde estudiaba Derecho, abandoné el puesto que tenía en el Banco de la Nación y que era muy codiciado. Hicimos un pequeño negocio con unos amigos, y de ahí le pude adelantar a mi madre un año de mi contribución doméstica. Le dije: ‘Si dentro de un año no estoy viviendo del dibujo, me compro el Clarín y me busco un empleo que me dé más’. Y en ese año conseguí”. Una vez pegado el salto, Solano López no paró.
Para los 29 años, llevaba ya cuatro tiras en colaboración con Héctor Oesterheld, tres de ellas en Editorial Frontera, propiedad de Oesterheld y su hermano Jorge. “Héctor me llamó, me dijo que estaban planeando hacer un suplemento semanal de una de las revistas que estaban editando (Hora Cero), y me preguntó qué quería hacer yo como historietista, qué tema me gustaba para hacer. Le dije que quería seguir haciendo ciencia ficción, pero con personajes más realistas, más completos. Y él ya tenía en su cabeza El Eternauta, que según me dice la viuda (Elsa), todavía no sabía qué hacer con esa idea original de un grupo humano encerrado en una casa, rodeado por la muerte afuera: si hacerlo como historieta o escribir una novela. Oesterheld le preguntó a ella. ‘Si vos querés que lo lea mucha gente, hacé una historieta’, le dijo. Es como que encajaron nuestras ideas”.
Así es como la dupla encara un nuevo proyecto conjunto sin siquiera sospechar la trascendencia y el alcance que esa obra adquiriría con el correr de los años. Para ese entonces, ambos conocían la forma de trabajo del otro y pese a todo lo que podría suponerse, no trabajan en equipo de una forma presencial: “No había un trabajo en conjunto, el guión no lo hablábamos. El trabajo en conjunto se producía cuando yo recibía en mi casa el guión que me mandaba Oesterheld. Lo único que hablábamos era para ponernos de acuerdo sobre cómo empezar. Durante dos años estuve haciendo historietas escritas por él sin conocerlo, porque no lo necesitaba”. ¿Y qué le dijo Oesterheld sobre su primera devolución en dibujos al guión que le había enviado? Solano López dixit: “Oesterheld nunca me dijo nada sobre si le gustaban mis dibujos para El Eternauta, y yo tampoco le pregunté”.
Sus trazos, “primitivos y toscos” según su propia opinión, acompañaron a la perfección la genialidad y la innovación del guión de Oesterheld: “Alberto Breccia, el dibujante de la segunda parte del Eternauta, decía que yo tenía la capacidad de crear climas, que con la ciudad nevada daba una sensación de soledad y de desolación. Yo no sé cómo lo conseguía; yo lo sentía, lo vivía y lo hacía. Y me salía así porque era lo que yo quería producir. Luchaba para ubicar la escena siempre en el lugar que representaba mejor lo que estaba pasando, que el lector pudiera tener todos los datos gráficos para hacerte una situación de realismo”, relata.
Tantos años después de la primera edición, es imposible no analizar con Solano López el secreto de la permanencia de la historia, que trasciende generaciones y fronteras. “Yo creo que no es por una sola razón principal. Las cosas que han ido pasado son como revivals que compaginaban la desgracia de la muerte de Oesterheld con sus hijas, las cosas que se fueron tejiendo, los recuerdos revolucionarios frustrados de los montoneros sobrevivientes, la lectura del Eternauta y el encuentro de paralelismos, confusiones y metáforas que se crearon no quizás con la intención nuestra sino con la imaginación de los lectores, mezclados con sus recuerdos y su militancia. Todas esas cosas son distintos pasos, distintos episodios que se han ido dando y han ido construyendo esta realidad sorprendente”.
(Septiembre 2007, Revista Guarnin)
Foto: fermut