Muerte
No se está preparado para ella. Incluso siendo una de las pocas certezas de la vida, nos movemos estupefactos ante su presencia.
Algunos se van súbitamente, sin que nadie se lo espere. El dolor es entonces de los que se quedan, por esa ausencia irreemplazable, por ese vacío que sólo se llena de preguntas que no tienen ni una sola respuesta.
Otros se apagan lentamente, se consumen en cuerpo y alma, padecen el calvario de enfermedades de distintos nombres y síntomas que tendrán ese igualador e inexorable final. El dolor es entonces del que se va: paga en nada cómodas cuotas el precio de que los otros se preparen para la ausencia que está por venir.
Si pudiera elegir: que los que amo desaparezcan en un instante, no tener tiempo para verlos envueltos en sufrimientos contra los que nada puedo hacer, que descansen pronto sin siquiera despedirse si eso será lo menos doloroso para ellos. Yo me encargaré luego de mi tristeza.
(Si pudiera elegir).
Foto: @laclaux
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