Un día como hoy de 1921 en Mar del Plata, nacía el exquisito, absolutamente genial e incomprendido Astor Piazzolla, bandoneonista y compositor que es, a mi modesto entender de asuntos tangueros, un genio innovador al que muchos ortodoxos odiaron. Piazolla fue uno de los pocos músicos que no pertenecía a la esfera del rock que tuvo su propia tapa en la célebre revista Expreso imaginario, que allá por los 70s inauguró la tradición de revistas de cultura joven y música en Argentina.

«Eso no es tango» me decía dogmático #padre hasta no hace mucho tiempo. Yo no sé si es que la vejez lo ablandó o pudo finalmente quebrar su prejuicio, pero recientemente me sorprendió diciéndome que ahora Piazzolla le parecía genial, que había logrado entender esa genialidad y disfrutar de su obra.

Piazolla me remite a mi amada Buenos Aires, me embarga de belleza y melancolía. Y me recuerda la triste tradición de genios argentinos incomprendidos, que murieron lejos de su patria que les daba la espalda, y que lograron reconocimiento post-mortem sin haberlo podido disfrutar del todo en vida.

Hoy, celebro sus jóvenes 90 años con Adiós Nonino, una de sus más célebres composiciones y un te-ma-zo con todas las letras, esperando que quienes no lo conozcan lo abracen como yo, y aquellos que ya lo amen vuelvan a sentir el gusto de la piel de gallina y el nudo en la garganta que sólo produce una verdadera obra de arte.

Salud, Astor querido. Imposible olvidarte.